lunes, 13 de septiembre de 2010

En el día del Bibliotecario ...




Decálogo del bibliotecario 2.0
1. Reconoceré que el universo de la cultura informacional está cambiando muy rápidamente y que las bibliotecas tienen que responder positivamente a esos cambios para reforzar los servicios que los usuarios necesitan y quieren.
2. Me educaré sobre la cultura informacional de mis usuarios y buscaré formas de incorporar lo que aprendo a los servicios de la biblioteca.
3. No seré paternalista en relación a mi biblioteca, sino que observaré claramente su situación y haré una evaluación honesta lo que puede ser mejorado.
4. Seré un participante activo para mejorar mi biblioteca.
5. Reconoceré que las bibliotecas evolucionan muy lentamente y trabajaré con mis colegas para fomentar nuestra sensibilidad a que esto cambie.
6. Seré valiente para enfrentarme a la propuesta de nuevos servicios y nuevos modos de mejorarlos, aunque algunos de mis colegas sean reacios.
7. Mostraré ilusión por los cambios positivos y transmitiré esto a mis colegas y usuarios.
8. Dejaré de lado las prácticas de antaño si hay un modo mejor de hacerlas ahora incluso si éstas me parecen muy importantes.
9. Tendré una actitud práctica y experimental con respecto a los cambios, estando dispuesto a cometer errores.
10. No esperaré hasta que algo sea perfecto para lanzarlo al público, sino que lo mejoraré continuamente basándome en el feedback del usuario.

Decálogo del bibliotecario 2.0. 09 de November, 2006 por Catuxa. Vía Tame the Web copio y traduzco (libremente) el decálogo del buen biblioteca 2.0:
En: http://www.deakialli.com/2006/11/09/decalogo-del-bibliotecario-20/

sábado, 14 de agosto de 2010


El hombre del millón de libros.Crónica: rutas paralelas

El viejo Eliseo Torres tenía la extraña costumbre de no querer vender sus libros. Aquel librero gallego exiliado en Nueva York siempre quería guardarse algún ejemplar. Como si aquello, un reino de un millón de libros, fuera a durar toda la vida. Pero cada vez que Abelardo visitaba su librería de cinco plantas en el Bronx insistía en llevarse lo que podía. Tanto, que un día Eliseo pidió a su dependienta que no dejara entrar más a aquel sevillano pesado. Con la puerta en las narices, pudo darle una tarjeta. "Si algún día Eliseo falta, llámeme". Dos años después, sonó el teléfono. Tras una larga negociación con la viuda, llegó el acuerdo. Abelardo Linares se mudaría a Nueva York y dirigiría durante un año la librería para pagar el precio que habían fijado por aquellas 250 toneladas de papel impreso. Si transcurrido el tiempo no lograba alcanzar la suma, volvería a España con las manos vacías y sin el dinero. Ella, claro, aceptó. A un mes de que se cumpliera el plazo, Abelardo ya empaquetaba su tesoro para llevarlo en barco a Sevilla.

"Con el tiempo he llegado a entenderle. La gente pensaba que Eliseo estaba loco porque iba a pasearse por la librería cuando estaba cerrada, como un fantasma. Al poco de estar ahí, yo también empecé a hacerlo. Y sí, a veces a mí también me cuesta vender algunos libros", confiesa en una de las tres naves de 500 metros cuadrados de Sevilla donde almacena el millón de ejemplares. Además, Linares es poeta, fantástico editor y, probablemente, uno de los libreros de viejo más importantes del mundo. Sus movimientos y precios son la referencia. Renacimiento es el nombre de las dos grandes pasiones que ocupan su vida: la librería y la editorial. Como autor, acaba de publicar su último libro de poesía: Y ningún otro cielo (Tusquets, 2010).

Pero todo el asunto se complica. El descomunal esfuerzo que dedica a cada una de las ediciones de obras descatalogadas, joyas con espléndidas traducciones perdidas en la desidia de un mercado que funciona al peso, no se corresponde con las ventas. Ninguno de los 90 títulos que ha editado este año ha superado los 400 ejemplares. "La gente ya no lee. O peor, lee mal. Los grandes distribuidores se han dado cuenta de que el mercado potencial es la gente que no lee y las librerías están llenas de basura. Volvemos al siglo XVIII, a que lea una minoría", masculla resignado. ¿Y el libro electrónico? No le teme. Al contrario. "Es más democrático. Los títulos podrán defenderse solos, independientemente de quién esté detrás".

A Abelardo, hombre tímido y tranquilo a sus 57 años, el olor de ese viejo papel acumulado le recuerda a cuando bajaba del avión en Río de Janeiro a la caza de libros. Respira hondo. Huele a una suerte de fruta pasada, dice, entre dulzona y agradable. Cuando agarra un libro, cuando rebusca entre alguno de los nueve pisos de estanterías que tiene cada planta de la nave, los dedos delatan al coleccionista. Es esa manera de tocar tan precisa y veloz, de pasar las páginas y señalar con el índice, como fijando las líneas. La misma que descubre a los obsesivos compradores de vinilos cuando escudriñan en una de las cubetas de la tienda de discos. "Es que coleccionar tiene algo de cazador. Hay una parte depredatoria, de ver lo que te falta. Chesterton decía que hay que estar loco por algo para no volverse completamente loco".

Localizar el legado de otros locos también es su trabajo. De vez en cuando recibe la llamada de una viuda para sacarse de encima una biblioteca. Hay que ir, revisar y ofertar. A veces toda una mediocre colección por un puñado de buenos ejemplares. Da igual. La última que se ha quedado: mil libros comprados entre los años veinte y los setenta. Pero escasean ya los buenos lotes. "Las bibliotecas de los que mueren ahora son peores. Empezaron a comprar libros a partir de los años cuarenta y cincuenta y, claro, no es lo mismo que a comienzos de siglo. El valor en esto depende del tono de la época". Esta personal manera de trabajar le ha convertido en personaje de varias novelas. "En una me pintaban como un seductor de viudas para quedarse con sus bibliotecas".
Su colección empezó hace unos 40 años. Ya entonces, cuando de chico perdió uno de sus valiosos ojos, llevaba una libreta donde anotaba todo lo que leía. A los 11 años empezó a escribir sus primeros poemas y en poco, con algo más de 20, llegó a comerse unos 500 libros al año. "Para mí no hay diferencia entre trabajo y diversión", matiza. Ahora va de la nave a casa y de casa a la nave. A pocos kilómetros una de otra desde que se separó de su mujer y buscó un adosado cerca de su millón de libros.

La biblioteca personal de Abelardo también está en el polígono, junto a cajas todavía por ordenar del fondo de Nueva York. Y su colección de poesía es única. Casi todo primeras ediciones. 20.000 títulos conseguidos uno a uno durante toda una vida. Pero está todo tan mal -"tengo demasiados worst seller"- que Abelardo piensa en venderla. "Así quizá podría subvencionar a la editorial. Gracias a la librería he podido invertir varios millones de euros en esto, pero ya no da para tanto", revela mientras con un hilo de voz pretende que no hay para tanto. ¿Dolor? "Bueno... llega un momento en que te das cuenta que nunca lo tendrás todo. Cuando ya has hecho un conjunto, algo que tiene un sentido, tampoco pasa nada si te deshaces de ello. Pero si finalmente la vendo, el precio nunca representará lo que a mí me ha costado reunirla".

Y así, quizá algún día aparezca alguien por las naves de Abelardo y le dé una tarjeta con un número de teléfono. Es posible que no suceda nunca, o que sea mucho más tarde que pronto. Pero podría ser que el absurdo mercado triunfe y que él se canse de todo este asunto y alguien, con el imposible equilibrio entre fuerza, locura y erudición con el que se plantó un día en Nueva York, tenga que conservar y renovar el legado que Eliseo y él construyeron a lo largo de casi un siglo. Si eso pasara, si alguien le buscara un día, lo único bueno es que sería muy fácil encontrarle.


por DANIEL VERDÚ 12/08/2010
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/revista/agosto/


Publicado en http://ar.groups.yahoo.com/group/RichardeBury/

viernes, 13 de agosto de 2010

Poesía La Biblioteca




El aire es allí diferente.Está erizado todo por una corriente que no viene del este o aquel texto,sino que los enlaza a todos como un círculo mágico.

El silencio es allí diferente.Todo el amor reunido, todo el miedo reunido,todo el pensar reunido, casi toda la muerte,casi toda la vida y además todo el sueño que pudo despejarse del árbol de la noche.

Y el sonido es allí diferente.Hay que aprender a oírlo como se oye una música sin ningún instrumento,algo que se desliza entre las hojas,las imágenes, la escritura y el blanco.

Pero más allá de la memoria y los signos que la imitan,más allá de los fantasmas y los ángeles que copian la memoria y desdibujan los contornos del tiempo,que además carece de dibujo,la biblioteca es el lugar que espera.

Tal vez sea la espera de todos los hombres, porque también los hombres son allí diferentes.O tal vez sea la espera de que todo lo escrito vuelva nuevamente a escribirse,pero de alguna otra forma, en algún otro mundo,por alguien parecido a los hombres,cuando los hombres ya no existan.

O tal vez sea tan solo la espera de que todos los libros se abran de repente,como una metafísica consigna,para que se haga de golpe la suma de toda la lectura,ese encuentro mayor que quizá salve al hombre.Pero, sobre todo, la biblioteca es una espera que va más allá de letra,más allá del abismo.

La espera concentrada de acabar con la espera,de ser más que la espera,de ser más que los libros,de ser más que la muerte.

Poesía Vertical Juarroz, Roberto.

Publicado en la lista de Abgra por Salazar, Víctor Bibliotecario

domingo, 30 de mayo de 2010

Bibliotecas escolares ...


Comparto este artículo que salió el año pasado, excelentes reflexiones sobre la biblioteca escolar.

Clarín, 23 de noviembre de 2009

Bibliotecas escolares, a capa y espada
Son el verdadero corazón de las escuelas. Ojalá todas estuvieran nutridas y bien equipadas. Para la mayoría de los chicos son la vía privilegiada de apropiarse de las posibles lecturas del mundo. Se impone por eso defender su existencia y calidad.


Por: Angela Pradelli ESCRITORA Y DOCENTE, PREMIO CLARIN DE NOVELA

Muchas veces me he preguntado por una definición posible de biblioteca escolar. Una definición que, como nos enseñó el filósofo Gastón Bachelard, pudiéramos abordar desde una poética del espacio. Cuáles serían las notas para esa definición si la pensáramos como signo; cuál es la intervención de su "cuerpo" en la vida de las escuelas, su articulación con los edificios dentro de los cuales funciona.

Sabemos que Borges se figuraba el paraíso bajo la especie de una biblioteca, pero ¿qué imagen construimos de las bibliotecas escolares los alumnos, los docentes, los padres, los escritores, los directores? Cómo observamos a ese organismo que algunos definen como el verdadero corazón de una escuela.

En varios de sus trabajos, el escritor y profesor George Steiner ensaya una hipótesis que resignifica el mito de Babel. Dice Steiner que, lejos de lo que siempre se afirma, la multiplicidad mil veces mayor de lenguas recíprocamente incomprensibles que antaño se hablaron en esta tierra no es una maldición. Steiner afirma que Babel es, por el contrario, una bendición. Y un júbilo. Y que todas y cada una de las lenguas son ventanas abiertas al ser y a la creación.

Tomemos esta idea de Steiner para poder pensar en espejo el concepto de biblioteca. Me refiero a las lenguas no sólo como los idiomas sino sobre todo como la multiplicidad de voces. A los múltiples lenguajes que hay incluso dentro de cada lengua. La biblioteca, que reúne varias lenguas y concentra muchos lenguajes, ¿no es una Babel bendita que nos permiten ver otros mundos a través de las lenguas?

La construcción lingüística dibuja en cada escuela una cartografía que une lenguas. "Llegué de Italia a los 12 años, cuenta el escritor Antonio Dal Masetto, y aprendí el idioma leyendo en una biblioteca de Salto, el pueblo donde habíamos ido a vivir con mis padres. Iba a la biblioteca porque me interesaban los libros. Había leído a Salgari, a Verne. Frente a la circunstancia de cambiar de idioma los libros sirvieron para incursionar en esta nueva lengua. No sé cómo habrán llegado los libros ahí, había de todo. Yo entraba y miraba los estantes y por ahí un título me sonaba, y a lo mejor era un título ilegible para mí, porque era filosofía. Pero me lo llevaba, intentaba, lo devolvía, volvía por otro".

Un chico de 12 años aprendiendo un idioma en el espacio de una biblioteca. Se trata del aprendizaje de una lengua, así que no son sólo palabras sino también matices, música, tonos, silencios. Dal Masetto, que luego será una de los más grandes escritores y hará de la lengua un oficio, aprende a hablar en una biblioteca. Ya no es una madre y un padre los que acercan las palabras sino que son los autores a través de sus libros y ese reemplazo resignifica la escritura.

Por otra parte, ¿alguien puede enseñar a hablar a otro si no lo ama? Si en la transmisión de una lengua siempre está presente el amor como vehículo, habría que pensar que en este relato de Dal Masetto el aporte quizás más importante sea la presencia del amor en quienes dan su palabra a los otros. Tendríamos entonces que pensar la biblioteca en términos de discurso, o mejor, de "fragmentos de un discurso amoroso".

Somos muchos los que, cada vez que entramos en una biblioteca, experimentamos una sensación física. Nada más poner un pie adentro para sentir en el cuerpo una perturbación leve. Aun en el silencio más absoluto se percibe una densidad en la atmósfera y llega a conmovernos. Allí, sobre sus estantes, en una espera que pudo haber sido infinita y jamás cesará, están las historias, las geografías, las religiones, los líderes, los dioses, los mártires, los santos, los dictadores. Cómo no sentir entonces al entrar cierta pesadez en la densidad de la atmósfera. El lenguaje que allí habita supo darle un valor a las palabras. Entrar en una biblioteca es como dar un paso a un vacío insondable, pero allí adentro somos sujetos que se desplazan para internarse siempre en la oscuridad remota y más propia.

Las palabras que allí habitan construyeron subjetividad y seguirán haciéndolo cada vez que alguien las pronuncie. Por eso cada uno de los discursos que habitan las bibliotecas intenta ordenar un cierto caos y espesan el pensamiento. Cómo no perturbarnos al entrar si en definitiva es nuestra interioridad lo que está en juego al contacto con el vigor de esas palabras.

Sobre la fusión de palabra y silencio amalgamados se instala la biblioteca en la escuela y desarrolla su vida en la que, como en un aleph exquisito, se superponen las presencias simultáneas de los escritores de todos los siglos.

Por eso, tal vez, una biblioteca puede ser una oscuridad insondable que al mismo tiempo nos ilumina.

sábado, 10 de abril de 2010

Bibliotecario 2010


Como inicio de este año 2010, año del Bicentenario, me pareció interesante compartir este texto que acerca a la lista de bibliotecarios, la bibliotecaria Paulina Gamberg de la biblioteca "Agustín González"
el texto está en un cuadro desde hace muchos, muchos años, cada palabra expresada nos representa y como una obra clásica, no pierde vigencia con el transcurrir de la vida.

BIBLIOTECARIO

No es: Un cuidador, un centinela, un simple preservador y acomodador de
libros No es un guardia de cementerios. Ni un vigilante de depósitos. Ni un
dependiente de almacén.

ES: Un mediador, un gestor, un animador social obsesionado por hacer
llegar el libro y los otros documentos a la gente. Es un dinámico agente social, cuya función constituye un imprescindible servicio para todos aquellos que buscan la lectura a través de una tarea integradora que persigue su suministro, orientación y estímulo.

martes, 9 de febrero de 2010

El poder de una bibliotecaria ...




Por Michael Moore


Es curioso lo que puede hacer una sola persona junto con un grupo de amigos unidos por una causa justa. Compré el libro de Michael Moore tras haberme leído el adelanto que habí­a hecho el Diario El Mundo y habérselo enviado a unos colegas, y mientras me leí­a el prefacio en espera de acabar otro libro que tení­a pendiente, no pude salir de mi asombro, era increí­ble.
El libro de Michael Moore, Estúpidos hombres blancos, director del documental Bowling for Columbine; salió de imprenta el 10 de septiembre de 2001 y esperaba ser distribuido el día siguiente. No es un libro que trate con diligencia a George W. Bush, al ex presidente de los Estados Unidos, ni siquiera a los propios estadounidenses; por lo que su distribución fue retrasada desde el 11 de septiembre hasta una fecha indefinida que se fue retrasando mientras se desarrollaban los acontecimientos que todos conocemos. La desesperación de su autor ante la censura que estaba realizando la editorial al negarse a distribuir los 50.000 ejemplares impresos por diversas razones que adujeron y que todos podemos imaginar le lleva a leer dos capítulos de su libro en una reunión de un consejo de acción ciudadana en Nueva Jersey.
Entonces sucedió algo milagroso. Sin saberlo yo, entre el público al que me había dirigido el 1 de diciembre en Jersey se hallaba una mujer que después de escuchar mis penas, decidió hacer algo al respecto. Era una bibliotecaria de Englewood, Nueva Jersey, llamada Ann Sparanese. Aquella noche, se fue a casa y se conectó a Internet para escribir una carta a sus amigos bibliotecarios, que colgó en un par de páginas dedicadas a temas literarios progresistas, en las que les contaba lo que HarperCollins planeaba hacer. Me riñó (al más puro estilo de las bibliotecarias) por no hacer público mi caso, pues no tení­a derecho a callar en el creciente clima de censura que empezaba a respirarse en el país y que afectaba a todo el mundo.
Cabe recordar que la nueva ley antiterrorista USA Patriot Act prohibía a los bibliotecarios denegar a la policí­a información sobre quién está leyendo qué. ¡Incluso podí­an acabar en la cárcel si contactaban con un abogado! Pese a esta atmósfera opresiva, Ann Sparanese pidió a todo el mundo que escribiera a HarperCollins y exigiera que pusiera a la venta el libro de Michael Moore. Y eso es lo que cientos y luego miles de ciudadanos hicieron. Yo no tení­a la menor idea de que esto se estaba cociendo hasta que recibí una llamada de HarperCollins.
- ¿QUÉ LES DIJISTE A LOS BIBLIOTECARIOS? “ inquirió la voz al otro extremo de la lí­nea.
- ¿De qué hablas? “ le pregunté, desconcertado.
- Estuviste en Nueva Jersey y contaste todo a los bibliotecarios.
- No habí­a bibliotecarios en Nueva Jersey ¿Cómo sabes lo que dije?
- Está en Internet. Algún bibliotecario se ha empeñado en difundir la historia, ¡y ahora estamos recibiendo un montón de correo hostil por parte de los bibliotecarios!
Vaya, me dije. Los bibliotecarios son, sin duda, un grupo terrorista con el que uno no querrí­a enzarzarse.
- Lo siento dije, apocado-. Pero te juro que comprobé que no hubiera prensa en la sala.
- Pues ahora ha salido a la luz, y no hago más que recibir llamadas del Publisher Weekly.
Pocos días después, PW citó una supuesta declaración de mi editor en la que afirmaba que yo rescribirí­a el libro (más tarde, éste lo desmintió rotundamente) . Después de guardar silencio ante la prensa durante meses, esperando poder arreglar las cosas pací­ficamente, le conté a PW todo el viacrucis por el que habí­a pasado, así­ como que habí­a 50.000 copias de mi libro retenidas como rehenes en Scranton. Entonces, el periodista me habló de la bibliotecaria de Nueva Jersey que habí­a alborotado el avispero.
- No conozco a esa mujer dije-, pero sea quien sea me gustarí­a agradecérselo.
La semana siguiente, después de que me convocaran a un encuentro con el alto mando en HarperCollins en el que se me amenazó nuevamente con que mi libro «simplemente no puede salir al mercado con esa portada y ese tí­tulo»-, recibí­ una llamada de mi agente para comunicarme que el libro se pondría a la venta tal como estaba, sin un solo retoque. La editorial estaba mosqueada porque todo habí­a salido a la luz pública y ellos quedaban como censores (que es lo que eran). «¡Malditos bibliotecarios!» Dios los bendiga. No debería sorprender a nadie que los bibliotecarios fueran la vanguardia de la ofensiva. Mucha gente los ve como ratoncitos maniáticos obsesionados con imponer silencio a todo el mundo, pero en realidad lo hacen porque están concentrados tramando la revolución a la chita callando. Se les paga una mierda, se les recorta la jornada y sus subsidios y se pasan el día recomponiendo los viejos libros maltrechos que rellenan sus estantes. ¡Claro que fue una bibliotecaria la que acudió a mi ayuda! Fue una prueba más del revuelo que puede provocar una persona.
MOORE, Michael. Estúpidos hombres blancos.Barcelona: Ediciones B, 2003. Pág. 16-17.

viernes, 5 de febrero de 2010

MUY INTERESANTE, ver en: www.wdl.org

Les envío lo que se considera, sin duda, el archivo
CULTURAL más importante que se ha recibido!!! LA
NOTICIA DEL LANZAMIENTO EN INTERNET DE LA WDL.. ...
LA BIBLIOTECA DIGITAL MUNDIAL.

¡¡¡QUE REGALAZO DE LA UNESCO PARA LA HUMANIDAD ENTERA!!!!

Especialmente para LOS JÓVENES Ya está disponible en
Internet, a través del sitio www.wdl.org. Reúne mapas, textos,
fotos, grabaciones y películas de todos Los tiempos y
explica en siete idiomas Las joyas y reliquias
culturales de todas Las bibliotecas del planeta.
Tiene, sobre todo, carácter patrimonial", anticipó
ayer a LA NACION Abdelaziz Abid , coordinador del
proyecto impulsado por la Unesco y otras 32
instituciones. La BDM no ofrecerá documentos
corrientes , sino "con valor de patrimonio, que
permitirán apreciar y conocer mejor Las culturas del
mundo en idiomas diferentes: árabe, chino, inglés,
francés, ruso, español y portugués. Pero hay
documentos en línea en más de 50 idiomas". Entre Los
documentos más antiguos hay algunos códices
precolombinos, gracias a la contribución de México, y
Los primeros mapas de América, dibujados por Diego
Gutiérrez para el rey de España en 1562", explicó
Abid. Los tesoros incluyen el Hyakumanto darani , un
documento en japonés publicado en el año 764 y
considerado el primer texto impreso de la historia;
Un relato de Los aztecas que constituye la primera
mención del Niño Jesús en el Nuevo Mundo; trabajos de
científicos árabes desvelando el misterio del
álgebra; huesos utilizados como oráculos y estelas
Chinas; la Biblia de Gutenberg; antiguas fotos
latinoamericanas de la Biblioteca Nacional de Brasil
y la célebre Biblia del Diablo, del siglo XIII, de la
Biblioteca Nacional de Suecia.

Fácil de navegar
Cada joya de la cultura universal aparece acompañada
de una breve explicación de su contenido y su
significado. Los documentos fueron escaneados e
incorporados en su idioma original, pero Las
explicaciones aparecen en siete lenguas, entre ellas
EL ESPAÑOL La biblioteca comienza con unos 1200
documentos, pero ha sido pensada para recibir un
número ilimitado de textos, grabados, mapas,
fotografías e ilustraciones.

Cómo se accede al sitio global
Aunque será presentado oficialmente hoy en la sede de
la Unesco , en París, la Biblioteca Digital Mundial
ya está disponible en Internet, a través del sitio
www.wdl.org . El acceso es gratuito y Los usuarios
pueden ingresar directamente por la Web , sin
necesidad de registrarse Cuando uno have clic sobre
la dirección www.wdl.org , tiene la sensación de
tocar con Las manos la historia universal del
conocimiento. Permite al internauta orientar su
búsqueda por épocas, zonas geográficas, tipo de
documento e institución. El sistema propone Las
explicaciones en siete idiomas (árabe, chino, inglés,
francés, ruso, español y portugués). Los documentos,
por su parte, han sido escaneados en su lengua
original. De ese modo, es posible, por ejemplo,
estudiar en detalle el Evangelio de San Mateo
traducido en aleutiano por el misionero ruso Ioann
Veniamiov, en 1840. Con un simple clic, se pueden
pasar Las páginas de un libro, acercar o alejar Los
textos y moverlos en todos Los sentidos. La excelente
definición de Las imágenes permite una lectura cómoda
y minuciosa.

Entre Las joyas que contiene por el momento la BDM
está la Declaración de Independencia de Estados
Unidos, así como Las Constituciones de numerosos
países; un texto japonés del siglo XVI considerado la
primera impresión de la historia; el diario de un
estudioso veneciano que acompañó a Fernando de
Magallanes en su viaje alrededor del mundo; el
original de Las "Fabulas" de Lafontaine, el primer
libro publicado en Filipinas en español y tagalog, la
Biblia de Gutemberg, y unas pinturas rupestres
africanas que datan de 8.000 A .C

Dos regiones del mundo están particularmente bien
representadas: América Latina y Medio Oriente. Eso se
debe a la activa participación de la Biblioteca
Nacional de Brasil, la biblioteca Alejandrina de
Egipto y la Universidad Rey Abdulá de Arabia Saudita.

La estructura de la BDM fue calcada del proyecto de
digitalización la Biblioteca del Congreso de Estados
Unidos, que comenzó en 1991 y actualmente contiene 11
millones de documentos en línea. Sus responsables
afirman que la BDM está sobre todo destinada a
investigadores, maestros y alumnos. Pero la
importancia que reviste ese sitio va mucho más allá
de la incitación al estudio de Las nuevas
generaciones que viven en un mundo audiovisual. Este
proyecto tampoco es un simple compendio de historia
en línea: es la posibilidad de acceder, íntimamente y
sin límite de tiempo, al ejemplar invalorable,
inaccesible, único, que cada uno alguna vez soñó con
conocer.-